¿Ser amigo de los hijos?

“El rol de los hijos es el de hijos, no el de amigos”, afirma la sicóloga Marcela Araya. FOTO: PIXABAY


Haydée Campos

Para muchos padres, conseguir la amistad de los hijos es casi un anhelo. Por muchas generaciones, la estructura familiar ha sido autoritaria. Es por eso que desprenderse del concepto de padres autoritarios y gendarmes se ha convertido en una meta a alcanzar. Muchas mamás y papás se jactan de ser “amigos de los hijos”, considerando que aquello romperá con la lejanía y se ganarán su confianza. Pero, ¿se puede ser amigo de los hijos sin perder el control sobre ellos?

En conversación con Pulso, la sicóloga y fonoaudióloga, Marcela Araya, afirma que lo mejor es encontrar un balance, ya que siempre los extremos son negativos. “No se puede pretender ser amigo de nuestros hijos sin perder nuestra imagen de autoridad ante ellos. Con los amigos, uno utiliza otro tipo de lenguaje, tanto verbal como corporal. Ser padres permisivos solo provocará que ellos hagan lo que quieran y que el respeto sea nulo. No podemos dejar que ellos tomen el timón en la relación. Querer que nuestros hijos nos tengan confianza para que nos cuenten todo lo que hacen no se va a lograr solo porque nos hagamos el súper amigo. Uno puede ejercer el rol de padres y tener mucha confianza con ellos. El rol de los hijos es el de hijo, no el de amigo”.

Solo rasgos de amistad

Para Araya la relación con nuestros niños y adolescentes debería solo acoger algunos rasgos de la amistad como la confianza, el apego y la comunicación fluida, pero teniendo claro que no somos sus compañeros porque nos somos sus iguales. “He atendido a jóvenes que llaman por el nombre a sus padres o utilizan apelativos como ‘gorda’ y ‘viejo’. O peor aún, que fuman delante de sus padres, ya que ellos prefieren que lo hagan ante sus ojos. El rol de nosotros no está en que lo hagan bajo nuestro techo, nuestro rol está en darles toda la información de lo negativo o positivo de lo que están haciendo”. Ese es el primer error que cometemos porque eso no hará que se genere más confianza en nuestra relación, si no que se haga más delgada la línea del respeto. Nosotros tenemos obligaciones educativas que debemos imponerles. Eso se logrará solo imponiendo la autoridad y, si es escasa, es ahí donde aparecen los problemas que repercutirán en la vida diaria como a la desobediencia, la rebeldía y la insolencia. Muchos jóvenes no dudarán en responder a los padres poniéndose al mismo nivel por algo que no estén de acuerdo”.
   “Puede ser tarde cambiar nuestra imagen antes nuestros hijos, si ya han crecido con un padre amigo/a. Es por eso que lo más recomendable es darles confianza y, a la vez, imponer reglas y control”.

Si nuestro objetivo es tener una excelente comunicación, no es necesario ser amigos de ellos, solo deberá discernir correctamente. Tome en cuenta todas las consecuencias que podrían repercutir en la relación con nuestros hijos.