Pandemia y la realidad del mundo virtual: nuevas formas de precarización de los músicos latinoamericanos en Quebec

El cantautor uruguayo Sergio Abel Méndez.

GUILLERMO GLUJOVSKY

Desde el estallido del Coronavirus, la cultura ha pasado a integrar la lista de bienes no-esenciales elaborada por la mayoría de los países del mundo. Fiel a su tradición de apoyo estatal a la cultura, Alemania es prácticamente la única excepción: el gobierno de Angela Merkel ha destinado 120.000 millones de euros para sostener el empleo y una línea de crédito a la que podrán acceder teatros, pequeñas y medianas empresas y profesionales que han sufrido más profundamente los impactos del virus. En recientes declaraciones al Diario ABC de España, la Ministra de Cultura de Alemania, Monika Grutters, explica que el gobierno ha optado por subsidiar especialmente a este sector, ya que la pandemia ha provocado una gran carga para las industrias culturales y creativas, particularmente a las instituciones más pequeñas e independientes, provocando una considerable angustia en los artistas. 

   En el caso de Canadá, el gobierno federal ha ofrecido una prestación universal orientada a cubrir las necesidades básicas de aquellos sectores de la población más expuestos al Coronavirus. La mencionada ayuda ha llegado no solo a amplios sectores de la ciudadanía, sino también – de manera más limitada – a ciertos sectores del ambiente cultural.

   La cuestión fundamental se concentra en conocer si estas ayudas son accesibles a todos aquellos que integran el mundo del arte y la cultura canadiense, o solamente a los que ya poseen una trayectoria reconocida.

    Si esto último fuera cierto, la actual situación dejaría en condiciones de extrema precariedad tanto a aquellos que están en pleno desarrollo de su carrera artística como así también a quienes están realizando sus primeras apariciones en escena.

  Respecto a lo realizado durante este periodo por el gobierno de la Provincia de Quebec, la respuesta a la cuestión formulada es contundente: la política cultural parecería estar orientada a sostener a aquellos espectáculos de prestigio internacional. El ejemplo evidente es el caso del Cirque de Soleil, a quien el Consejo de Ministros de la Provincia de Quebec le ha otorgado las suma de 200 millones de dólares estadounidenses. Esta «ayuda», recientemente anunciada por el Ministro de Economía provincial, Pierre Fitzgibbon, fue concedida para permitir que el Cirque de Soleil pueda salir de sus graves dificultades financieras, entre las que se destaca la declaración de quiebra, el pasado mes de marzo.

La música antes y después del Coronavirus

Hasta hace poco tiempo, artistas de los distintos géneros musicales utilizaban como suplemento de la promoción de sus presentaciones en vivo y del lanzamiento de su material, las infinitas alternativas que ofrece Internet. En estos momentos, ante las medidas de prevención emitidas por el Ministerio de Salud Pública, a lo que se suman los costos que debe asumir el músico para solventar las grabaciones en estudios profesionales, los medios virtuales aparecen como la única alternativa viable para seguir en contacto con el público. 

   Más allá del debate en torno a las diferencias que ofrecen las prestaciones que se dan ‘en vivo’ respecto a las alternativas que ofrece el ‘espacio virtual’, la actual situación nos lleva a plantear un inquietante dilema: ¿Cuáles son las posibilidades ‘reales’ a través de las cuales los músicos puedan lograr percibir una retribución por la exhibición ‘virtual’ de su material musical?

Al respecto, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) –perteneciente a las Naciones Unidas – advierte seriamente sobre el aumento que ha tenido en estos meses el acceso  gratuito, no solo a la música, sino  a libros, películas y otras expresiones de la cultura, convocando a una revisión urgente de esta situación que pone en peligro la supervivencia de los artistas más desprotegidos.

El coronavirus y la experiencia de los protagonistas

Qué mejor que los músicos que viven y desarrollan sus actividades en la Provincia de Quebec, para conocer cómo están viviendo esta situación y cómo hacen frente a la realidad resultante de la pandemia.

  Como adelantáramos en esta nota, el avance de los medios virtuales como vehículo de difusión de las obras musicales, no es un fenómeno reciente. Sin embargo, el virus ha acelerado los tiempos que hasta hace poco parecían más lejanos: podría afirmarse que se ha llegado a un punto tal, que aquel que desee trascender a su audiencia más cercana, deberá utilizar indefectiblemente los recursos ofrecidos por ‘lo virtual’.

   Según el cantautor uruguayo, Sergio Abel Méndez, la pandemia ha expandido las posibilidades de comunicación –tanto virtuales como tradicionales-, permitiendo de esta manera que los artistas puedan ser conocidos por el gran público:

       ‘Hoy en día los sitios de internet como YouTube, Vimeo, etc., se volvieron más populares a causa del Coronavirus, inclusive muchos artistas se inspiraron en el virus para hacer sus composiciones. Lo mismo pasa en la TV, muchos programas televisivos e inclusive noticieros, mostraron una variedad de artistas que no se conocían simplemente porque estaban haciendo sus presentaciones desde sus hogares’.

Sergio Barrenechea, percusionista y compositor mexicano.

  Por su parte, al momento de opinar sobre las diferencias entre tocar ‘en vivo’ y por intermedio de Internet, el percusionista y compositor de origen mexicano, Sergio Barrenechea, considera que los medios virtuales no podrán reemplazar jamás a los recitales: 

‘Es completamente diferente, la energía y la forma de hacer el show, porque no tienes ninguna energía de regreso en realidad’

 Respecto a otra de las cuestiones que hemos planteado en este artículo – sobre las dificultades de percibir una retribución concreta a cambio de las representaciones musicales virtuales, evitando de esta manera ‘la gratuidad’ –  los comentarios son variados.

   Sergio A. Méndez cree que la virtualidad ha abierto mayores posibilidades a los músicos que, carentes de ayudas gubernamentales y de una estructura de producción, han ampliado sus audiencias y reducido costos:  

‘Creo que el internet ayuda mucho sobre todo al “artista sin productor”, al que no recibía subvención y se presentaba en pequeños locales de 20, 40 o 60 personas. Creo que para ellos el público se les hizo más numeroso’.

    Distinta es la opinión de otros músicos provenientes de América Latina, que han respondido al cuestionario enviado para la elaboración de este artículo, quienes consideran que la pandemia vino a empeorar su situación; si antes era difícil acceder a los subsidios, ahora lo es mucho más, aumentando la situación de precariedad de los mismos. Es por ello que, si la ayuda que otorga actualmente el gobierno federal llegara a su fin, estarían en serias dificultades financieras:

‘Porque eliminaron nuestro trabajo de forma sistemática y todas las personas que trabajamos en la cultura o espectáculos, muy pronto estaremos sin recibir nada de salario’ (Sergio Barrenechea).

Setenta y cinco mil firmas

Las dificultades de hacer efectivas las retribuciones por las prestaciones musicales llevadas a cabo en el mundo virtual, sumado a la escasez (para no decir, la falta) de subsidios especialmente diseñados para rescatar a los músicos más expuestos a la crisis del Coronavirus, los lleva a afrontar una situación de extrema precariedad. Si bien son innegables los esfuerzos realizados por el gobierno federal canadiense al otorgar de manera generalizada una prestación que ayude a pasar el mal momento por el que atraviesan distintos sectores de la población en estos tiempos de pandemia, la misma tiene una duración limitada (tanto en tiempo como en dinero).

   En cuanto al ambiente cultural, el PCU / CERB (subsidios de emergencia) no está concebido para reconocer ni la trayectoria ni el sostenimiento de aquellos que apenas se inician o están en pleno desarrollo de su carrera de la escena musical.

  En este sentido, el pasado 16 de julio, una carta firmada por setenta y cinco mil artistas canadienses fue enviada al Primer Ministro Justin Trudeau donde se le solicitaba expresamente la creación de un subsidio que garantizara el ingreso mínimo a los profesionales de la cultura, que les permita vivir y no solamente sobrevivir.

  La carta hace un llamado a los gobernantes de todos los niveles (federal, provincial y municipal) a reflexionar y llevar a cabo acciones concretas que permitan preservar el inmenso potencial artístico que posee la comunidad latinoamericana de Quebec. De esta manera, se les permitiría a los artistas que están más expuestos a los efectos de la pandemia, lograr pasar el mal momento para luego retomar el ritmo y el rumbo artístico.