“Hay que abrir las fronteras”

FOTO: JUAN CARLOS MOHR
Recientemente, el periódico Le Devoir presentó una entrevista con François Crépeau, Relator Especial de las Naciones Unidas para los derechos humanos de los migrantes. Según Crépeau, mediante una organización de los países ricos y otros de larga tradición migrante, sería posible acoger a miles de migrantes.

MIGUEL ESQUIROL

En los últimos meses hemos escuchado decenas de voces sobre el “problema” de la migración con más de un millón de refugiados buscando asilo. Pocas veces las soluciones planteadas han estado tan en contra de la lógica común como las propuestas por Crépeau en la entrevista al periódico Le Devoir. No habla de una reforma o una revolución, sino de un cambio absoluto de la mentalidad con la que nos enfrentamos a esta situación.

Conocimiento de causa

François Crépeau conoce la situación de forma profunda, no por nada su posición de Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos de los Migrantes lo lleva a diferentes partes del mundo para estudiar la realidad de los migrantes. Además, su propia misión encomendada por la ONU es : “…estudiar los métodos y medios para superar los obstáculos existentes para la plena y efectiva protección de los derechos humanos de los migrantes. Reconociendo en particular la vulnerabilidad de mujeres, niños y aquellos indocumentados o en situación irregular”.

La migración no es un problema actual, no es un movimiento surgido de la necesidad a causa de guerras o del cambio climático. Para Crépeau la migración es parte de nuestros propios genes y gracias a este deseo de avanzar y moverse, la especie humana ha podido conquistar el planeta. No hay que combatir o corregir esta tendencia, sino más bien hay que asumirla y aprovecharla para crecer.

Algunas de las propuestas de Crépeau:

• Migrantes y refugiados son lo mismo

Crépeau opina que no tendría que existir una verdadera diferencia entre estos dos términos, puesto que el hambre y el no poder mantener a su propia familia es también una forma de violencia tan válida como la guerra y de la que es necesario proteger a los individuos y a las familias.

• Cerrar las fronteras será siempre un fracaso total

Las fronteras, en lugar de evitar el acceso de migrantes ilegales a un país, lo que hacen es generarlos, reforzando la clandestinidad y creando un mercado de tráfico que se aprovecha de la desesperación de aquellos que quieren entrar al país. Un ejemplo claro es la apertura de las fronteras en Europa que llevó a grandes desplazamientos pero no a la violencia o la crisis.

• Si no hay trabajos ilegales, los trabajadores ilegales dejarán de acudir

Al igual que las murallas en los países que generan la clandestinidad, la oferta de trabajos a migrantes ilegales, con bajo salario, ausencia de protecciones y de ventajas sociales que estos conllevan, generan la demanda y por lo tanto, la inmigración ilegal. Si fuera imposible encontrar este tipo de trabajo, la única inmigración existente sería la ejercida por caminos legales. Para que esta estrategia funcione, no se debe castigar a los migrantes ilegales, sino a aquellos que los emplean.

• Bajar el costo de las visas ayuda a controlar la migración

Si la inmigración ilegal es cortada de raíz, es también necesaria la disminución de requerimientos para la migración legal. Esto permitirá una entrada y salida más simple de los trabajadores, y, al final, la presencia migrante estaría regida principalmente por el propio mercado y la disponibilidad de trabajos legales.

Finalmente, la conclusión a la que llega Crépeau es que recibir migrantes no empobrece a un país, usando como ejemplo la migración de 3 millones de indochinos en los años 60 gracias a lo cual “..hoy somos hoy más ricos y más numerosos”.

Según Crépeau, mediante una organización de los países ricos y otros de larga tradición migrante, sería posible acoger a miles de migrantes, no solo los refugiados actuales de Siria, sino a los potenciales refugiados que los cambios climáticos fuercen en el futuro.

El problema fundamental, según Crépeau, es la falta de una presencia política de los migrantes. La democracia es la herramienta más poderosa que tenemos, dice él, pero esta se vuelve inútil si los migrantes no tienen voto. “Para la democracia, los migrantes no existen”.

Fuente: Le Devoir, Ouvrez les frontières! 4 janvier 2016, Sarah R. Champagne.