Alegato en favor del libro impreso

Francisco Hermosín
Librería Las Américas

Libro

Te quiero tanto que no soportaría perderte. Esta frase, que más parece tomada de una conversación entre amantes que surgida de los labios de quien, cara a los anaqueles de su biblioteca, siente que la pérdida de uno solo de sus volúmenes sería un hecho irreparable, pasa por la cabeza de más de uno de nosotros. Un nosotros que no se limita a una congregación de bibliófilos y coleccionistas maniáticos, ni a un grupo restringido de carcamales reacios a todo lo que huele a modernidad. No, este nosotros comprende a un conjunto heterogéneo de individuos para los que el objeto libro, amén de cumplir su papel de soporte y transmisor de conocimiento, actúa como un catalizador capaz de reforzar las intangibles sensaciones transmitidas por la lectura. El libro impreso es como ese objeto que, habiendo pertenecido a un ser querido, refuerza los recuerdos evocados por éste cuando lo apretamos fuertemente entre las manos.
Teniendo esto presente, ¿qué valor puede tener hoy en día, en esta ya bien avanzada colonización cibernética de nuestras vidas, el libro impreso? Paradójicamente, la problemática actual del libro no tiene su origen en la aparición y progresión del “ebook” sino en la disminución, constante y progresiva, del número de lectores. Las nuevas tecnologías no están matando al libro, están exterminando al lector. Y sin lector, no puede haber libro. A esto han contribuido las políticas editoriales poco exigentes, la banalización del contenido, la baja calidad formal del continente y el mercantilismo a ultranza, dolencias que han llevado al libro impreso a su postración actual. Burda tomadura de pelo al lector genuino, aquel que, contrariamente al lector de circunstancia, da verdadero sentido al universo libro.
¿Merece pues la pena seguir imprimiendo libros? Sí, si se trata de libros con valor formal y de contenido. En este sentido, el libro impreso saldrá victorioso. ¿Es esto posible en sociedades en las que todos anhelan escribir y publicar y cada vez menos parecen manifestar un real interés por leer? De ti depende en gran parte, Lector.