Cultura de violación: análisis

Las agresiones sexuales cometidas en la Universidad Laval, la denuncia en contra del diputado Sklavounos por violación y otras acusaciones de agresiones sexuales ponen de actualidad el tema de la cultura de violación. Pero, aspecto positivo: en esta reflexión participan muchos hombres.

Marcelo Solervicens

El discurso oficial insiste en que la igualdad de sexos es parte integrante de la identidad quebequense. Algunas mujeres consideraban que el feminismo ya era algo pasado de moda. Las ministros de justicia Stéphanie Vallée y de la Condición Femenina. Lise Thériault del gobierno Couillard preferían no declararse feministas, porque eso no reflejaba la nueva realidad de igualdad entre hombres y mujeres.

Las agresiones sexuales cometidas en las residencias estudiantiles de la Universidad de Laval, en Quebec, recordaron que la cultura de agresiones sexuales sigue presente. De acuerdo con un estudio, el 40% de las mujeres estudiantes sufren de una agresión sexual durante sus estudios. El enfoque basado exclusivamente en la seguridad por parte del rector de la Universidad Laval fue muy criticado porque es un problema de sociedad.

Límites para la igualdad

En una de las manifestaciones de solidaridad con las mujeres agredidas, Alice Paquet causó escándalo político al declarar que había sido violada en marzo de 2014 por el diputado liberal Gerry Sklavounos. La crisis política llevó a la expulsión del diputado de Laurier-Dorion del caucus liberal y politizó el debate. El polemista Richard Martineau reprochó que la opinión pública condenara sin juicio al diputado Sklavounos. En las redes sociales se criticó a Alice Paquet, dudando de su moralidad. Ello confirma desgraciadamente que las conversaciones de vestuario no son propiedad exclusiva de Donald Trump. Un estudio reciente mostró que 30% de los hombres interrogados confiesa que cometería una agresión sexual si estuviese seguro de quedar impune. Falta educación.

Yves Boisvert, editorialista del diario La Presse, planteó que la mejor manera de combatir las agresiones sexuales es denunciarlas para que sean juzgadas. Con ello desconoce que de acuerdo a las estadísticas oficiales del Ministerio de Salud y Servicios Sociales, el 90% de las agresiones sexuales no son denunciadas a la policía.

El problema es real pero no es informado. Una de cada tres mujeres es víctima de por lo menos una agresión sexual. Ello afecta más gravemente a las mujeres autóctonas (dos de cada tres); o las mujeres con un hándicap (40%). Ello se explica en parte porque el 80% de las víctimas conoce a su agresor.

No es un problema exclusivamente policial como lo planteaba el exprimer ministro Stephen Harper cuando se negaba a establecer una comisión investigadora para estudiar las causas del elevado número de agresiones sexuales, cometidas incluso por policías, y muertes de mujeres indígenas.

La cultura de violación

Los resabios patriarcales producen asimetría de derechos entre hombres y mujeres, es un problema de sociedad, sistémico. No se trata de un problema de clase, como lo mostró el bullado caso del periodista vedette de la CBC, Jian Gomeshi. La complejidad de la noción de consentimiento cuando se trata de sexo no favorece a las víctimas. Todo depende de la credibilidad de los testimonios. La pretendida igualdad entre hombres y mujeres, culpa a la víctima de la agresión sexual, cosifica la sexualidad, trivializa la violación, niega el daño de ciertas formas de violencia sexual que no se ajustan a ciertos estereotipos de violación violenta, como es el de fomentar la ambigüedad en el consentimiento, pese a que NO, quiere siempre decir NO. Pero el consentimiento es algo tan simple como aceptar o rechazar una taza de té, de acuerdo al conocido animador Bernard Derome en una publicidad viral.

Tras las agresiones sexuales en la Universidad Laval, la denuncia de violación contra el diputado Sklavounos y muchas otras acusaciones de agresiones sexuales ponen de actualidad la cultura de violación. Se trata de un concepto acuñado por la segunda ola feminista de los 70 en Estados Unidos. Ella destaca la importancia del contexto cultural en la impunidad de las agresiones sexuales. La buena noticia es que en la ola de movilizaciones contra la cultura de violación participan muchos hombres.

El aspecto clave es que el tratamiento de estas denuncias de agresiones sexuales es el de reconocer la importancia de los factores culturales que permiten el funcionamiento de una opresión patriarcal como sentido común, como normalidad. Ello conculca el derecho a la igualdad de las mujeres.

Improvisada estrategia

Frente al complejo problema, el gobierno de Quebec propone una improvisada estrategia contra las agresiones sexuales con una inversión de solo 20 millones en cinco años, para la prevención y el apoyo a las víctimas, entre otros.

Ha habido avances en las políticas públicas en los últimos cincuenta años. Las mujeres conquistaron en este país la libertad de elección en materia de salud reproductiva. Han conseguido la igualdad salarial en algunos sectores. Ha surgido una vigilia de la sociedad civil que denuncia los efectos de las políticas de austeridad hacia las mujeres, más vulnerables ellas que los hombres. La lucha contra las agresiones sexuales es más compleja porque necesita un cambio de paradigma y requiere que los hombres jueguen un rol fundamental.