El avión, ¿tenemos otra alternativa?

KATY TORRES

Soy consciente de que es difícil eliminar los vuelos en algunos de nuestros proyectos de viaje, solo sugiero que imaginemos alternativas para nuestras vacaciones.

¿ Cuántas veces vamos de vacaciones sin viajar a bordo de un avión? Creo que muy pocas. Pareciera que viajar fuera sinónimo de volar. Sí, es verdad, es que, en general, buscamos un mundo exótico o queremos disfrutar del clima que no tenemos en nuestro cotidiano, lo cual a menudo implica recorrer distancias largas en poco tiempo.

Pero, ¿nos hemos cuestionado sobre el avión? No en el sentido económico, en el precio de los pasajes que no nos permite vacacionar porque los vuelos están muy caros, sino en las consecuencias de nuestro uso.

Por suerte últimamente se empieza a discutir sobre el impacto ambiental de los vuelos. La huella de carbono, los gases de efecto invernadero en el mundo del turismo, empiezan a ser de interés de algunos viajeros.

Una lectura reciente me hizo tomar conciencia de otro aspecto importante, un poco obvio pero fácilmente ignorado. Los pasajes de avión representan uno de los gastos más fuertes que hace un viajero, pero no así las ganancias económicas del turismo para la población local, para el destino, para el país que acoje (cierto, al menos que sea una empresa aérea nacional, lo cual no es común).

Alternativas, cambios

Así que he estado reflexionando sobre los medios para viajar, los tipos de vacaciones que esto implica. Podemos diversificar nuestros viajes, regular nuestros desplazamientos más juiciosamente, sin que esto implique dejar de viajar.

Significa imaginarnos de vez en cuando viajar regionalmente y no solo internacionalmente. ¿Por qué siempre buscar solo los horizontes lejanos, cuando a menudo no conocemos ni nuestro propio país o el país que habitamos?

Significa igualmente disfrutar del viaje y no solo de la estadía. “Viajar no es llegar, es estar en camino”, como dice Hugo Verlomme (2009, en “Guía de viajes en cargo y pequeños barcos”, traducción libre).

Hacer un “road-trip” no es perder el tiempo en llegar, es disfrutar de las aventuras del camino. Invertir algunos días en tren para ir hasta Vancouver puede ser tanto o más enriquecedor que apresurarse en llegar en avión.

Significa también viajar lento. De manera general, mientras más lento sea el modo de transporte, menos CO2 se produce. Así, el avión, que es el medio más rápido, es el que más restos de carbono deja.

Además de optar por un transporte más lento, también se trata de permanecer periodos más largos en cada lugar. Lo cual permite conocer más profundamente cada localidad. Y cuando no tenemos más opción que volar hasta el país destino, privilegiemos movilizarnos internamente en tren, en bus, en bicicleta, o incluso a pie.