Entrevista: Chantal Leblanc, 30 años de promoción del folclor mexicano

Daniela. Chantal y Fernando. FOTO: DIANA OBREGÓN


DIANA OBREGÓN

Conocí a Chantal Leblanc en 2009 en la Semana Intercultural de la Universidad de Montreal. Su grupo Los pequeños de Nadxieli se presentó durante la noche de clausura. Desde entonces nos encontramos en los eventos de la tropa de danza. 

El pasado mes de julio, los integrantes del grupo organizaron una fiesta de despedida en el Îlot John-Gallagher en Verdun con motivo de su mudanza a Denver. La celebración estuvo animada por el grupo SoNSuRyLuNa y por bailarines de Nadxieli. Antes de comenzar el festejo y en medio de la conmoción causada por una tropa de danza en línea que tomó por asalto la zona de baile exterior, Chantal nos concedió un poco de su tiempo para platicarnos sobre su trayectoria de 30 años como promotora de la danza mexicana en Montreal.

¿Cómo conociste la danza folclórica mexicana?

Siempre me ha gustado el baile. Yo antes bailaba ballet. En el 83 fui a hacer un intercambio estudiantil a México y llegué al istmo de Tehuantepec. La familia que me recibió estaba muy involucrada en la cultura. La señora vestía traje de tehuana y el señor era el director de la casa de la cultura. Por las mañanas yo iba a la escuela y por la tarde iba a clases de baile regional. A mí me encantó porque aquí es diferente. No hay una cultura tan rica y ni tan bonita como en México. Así me inicié. 

Después de un año regresé y para no perder el español traté de estar siempre involucrada con la comunidad latinoamericana. En aquel entonces no había muchos latinoamericanos y cada que escuchaba a alguien hablar español me les acercaba para platicar. Seguramente pensaban que yo estaba loca (nos cuenta Chantal riendo). Un día me encontré un afiche de un espectáculo de folclor mexicano en una discoteca, creo que era en la Salsathèque. Asistí pensando que eran bailarines que venían de México y en realidad eran mexicanos en Montreal que tenían un grupo aquí llamado Aztlán. Hablé con ellos y después me integré. 

Seguí bailando folclor mexicano al mismo tiempo que daba clases de ballet clásico a niños. Más tarde la directora de Aztlán me pidió ayudarla a montar un espectáculo de Cri-cri para el día de las madres. Hicimos el espectáculo juntas y quisimos seguir trabajando con niños (antes el grupo era únicamente de adultos y jóvenes). En el 89 la directora se regresó a México y en el 90 fundé el grupo Los pequeños con 8 alumnos y así fue creciendo. Yo seguí bailando hasta que ya no me lo permitieron las rodillas y el tiempo. 

¿Cuál es el contraste entre el rol de la danza en México y el rol que ocupa en Quebec?

Una de las razones por la cual fundé el grupo fue que en mi estancia en México me di cuenta de que la danza era una parte importante de la vida. Por ejemplo, en la escuela para cada celebración del Día del niño o del Día de las madres se hacían bailes folclóricos. La cultura estaba presente en todas las facetas y bien integrada en las escuelas. A mí me pareció que la gente en México tenía mucha suerte de poder mantener esas tradiciones y la belleza de la cultura. 

Cuando regresé, sentí que eso nos hacía falta aquí. También pensé en los mexicanos que viven aquí y que pierden contacto con su cultura. Quise darles un espacio para que siguieran preservándola a través del baile. 

Por otro lado, quise dar a conocer la cultura mexicana en Montreal. Yo siento que aquí hace falta que las artes estén más integradas a la educación. Siempre son el patito feo en las escuelas. Cuando hay que recortar presupuesto, siempre las artes son las primeras en sufrir. No se les da tanta importancia como al francés y a las matemáticas 

¿En tu opinión qué aporta un grupo como Nadxieli a sus integrantes y a la comunidad?

A los integrantes, el sentir que no están tan lejos de su cultura, poder guardarla, hacerla crecer y compartirla. Algunos de nuestros alumnos nacieron en México, pero muchos nacieron aquí. El grupo les permite conocer las tradiciones de sus padres o de sus abuelos. 

También es valioso aportar a la comunidad para que vean lo bonita que es la cultura mexicana. No todos tienen la posibilidad de ir a México de viaje así que podemos traer un poquito de México aquí.

¿A ti qué te dejan todos estos años de participar con el grupo?

¡Mucho, mucho! Es mi bebé (nos dice Chantal emotivamente). El grupo fue mi primer bebé. Lo vi crecer desde que empezamos con 8 alumnos, hasta el momento en que había 70 integrantes. Ver que después de algunos años empecé a darles clases a los hijos de mis primeros alumnos. Ya hasta me sentía abuela (nos dice entre risas). Es muy satisfactorio darse cuenta de que la gente que ha pasado por el grupo de una manera u otra sigue bailando o sigue implicada en la cultura mexicana. Otros alumnos que tenía cuando eran chiquitos ahora son maestros y están realizando su potencial. La semillita ha florecido. 

Ahora con las redes sociales es más fácil seguir en contacto con la gente y me escriben para contarme que recuerdan con mucho gusto los años con el grupo. Yo siento que Nadxieli ha impactado positivamente a muchas personas y a mí aún más. 

El grupo aquí sigue a pesar de que hace algunos años que yo ya no he podido participar tanto. Dejé de dar clases por mis problemas de las rodillas y me tuve que concentrar más en mi familia. Mis hijos me salieron futbolistas y no bailarines. El saber que el grupo se mantiene y que sigue tocando las vidas de mucha gente es la satisfacción más bella. 

Después de 30 años seguramente ha habido obstáculos. ¿Cuáles crees que son las dificultades más grandes que el grupo ha atravesado?

Las divisiones. Yo siento que la comunidad mexicana aquí se divide mucho en vez de unirse. Ahora hay muchos grupos y la mayoría salió del mismo. Cada que hay una división hay que volver a empezar. 

Personalmente creo que el obstáculo más grande que he tenido es la incomprensión de la gente. Muchos nunca entendieron por qué hice lo que hice si no gané nada, fue voluntariado y además soy canadiense. Eso siempre generó dudas y trataban de encontrar explicaciones turbias. Hace tiempo alguien se atrevió a decir que yo explotaba a los niños. Los mismos padres de familia fueron a dejar en claro que eso no era cierto. Yo no hacía caso a esos comentarios. Disfrutaba la cultura y la compañía de los mexicanos. Esa era mi recompensa.

¿Tienes recuerdo de algún espectáculo desastroso que pensaste que no se lograría?

La verdad todos. Yo no sé por qué, pero todos los años dos semanas antes del espectáculo nos decíamos “nunca les van a salir los bailables”. En el ensayo general todos se equivocaban y a la hora del espectáculo todo quedaba bonito. Eso era cada año; yo siempre con los nervios de que se les fueran a olvidar las coreografías. Los niños de generación en generación han sido increíbles y siempre han sacado el show. Como verdaderos artistas. 

¿Tienes planes de participar en algo similar en tu nueva residencia?

Me voy a Denver. Yo creo que poco voy a ir descubriendo dónde está la comunidad allá. Si puedo aportar algo y seguir impregnándome de la cultura mexicana lo haré. 

Después de la entrevista hubo un intercambio dancístico espontáneo. La tropa de danza en línea se deleitó y bailó al ritmo de SoNSuRyLuNa. En sentido inverso, los invitados de Chantal, atraídos por la canción Bésame mucho, se unieron al grupo de danza en línea. 

Siempre siguiendo las medidas de higiene emitidas por el gobierno, las actividades de Los pequeños de Nadxieli recomenzarán en septiembre por la 31e temporada.