Quebec y Covid-19: Cuando impera el lucro

El gobierno de Francois Legault fracasó en su responsabilidad de proteger a los adultos mayores más vulnerables. Nada indica que haya recibido el mensaje del gran viraje que necesita el sistema de salud pública.

Quebec está esperando la segunda pandemia del Covid-19. Una hipótesis que asusta, porque pese a una excelente política comunicacional del gobierno de François Legault, en marzo y abril, la situación en el terreno fue muy distinta. Fuera de denuncias de omerta sostenida en el sistema de salud alimentada por decretos ministeriales, hay consenso que el gobierno fracasó en su responsabilidad de proteger a los adultos mayores más vulnerables. Nada indica que haya recibido el mensaje del gran viraje que necesita el sistema de salud pública.


Marcelo Solervicens

Pese a contar con apenas 22% de la población canadiense, la Belle Province concentraba el 12 de julio, más de la mitad de las personas infectadas en Canadá (56,521 sobre 107.590). De los 8.819 muertos por la Covid-19 en Canadá, 5.627 fallecieron en Quebec, principalmente en albergues de adultos mayores vulnerables. Quebec llegó a ubicarse en séptimo lugar del mundo por el número cotidiano de muertes.

El 20 de junio La Presse anunciaba que la pandemia del COVID-19 estaba bajo control en Quebec. Pero, la pandemia está lejos de haber terminado. El conteo cotidiano de muertes continúa, los contagios repertoriados no bajan de 100. Una situación tributaria de la reactivación económica, la apertura de los bares, las vacaciones estivales y el relajamiento de las medidas sanitarias.En lo positivo, destaca que finalmente el gobierno imponga, desde el 13 de julio la obligación de usar máscaras en lugares públicos cerrados.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió el 13 de julio que no habrá un retorno a la normalidad en un futuro cercano. Ello echa por tierra los discursos de “nueva normalidad”. Para que ello ocurra se requiere una vacuna. Por ello, los gobiernos deben considerar la salud pública, por encima de otras consideraciones.

Fracasos del Gobierno Legault

El gobierno Legault fracasó en su deber de garantizar servicios adecuados para que los más vulnerables sobrevivieran a la pandemia del Covid-19. Hubo un excesivo número de muertos por la Covid-19 en los llamados Centros de cuidados de larga duración (CHSLD) y las residencias de adultos mayores vulnerables, privadas y públicas. Sobre 5.621 muertes hasta ahora en Quebec, 3.874 ocurrieron en CHSLD y 960 en residencias de personas de tercera edad. Se trata del 85% de las muertes.

Un estudio de la OCDE indica que 81%  de las muertes en Canadá (incluido Quebec) ocurrieron en establecimientos de cuidados del adulto mayor. Es casi el doble de las cifras de otros países de la OECD.El primer ministro de Canadá cresponsabilizó a las provincias el 25 de junio de no haber protegido a los adultos mayores vulnerables – desconociendo el rol de gobiernos federales que redujeron las transferencias de fondos a los sistemas de salud de las provincias.

En Montreal con 27,259 casos, 3.418 personas han muerto. Además, entre las personas fallecidas, víctimas de la Covid-19, el 60% son mujeres.

Y es que además del peligro de ser viejo y estar bajo protección del sistema de salud, es también peligroso vivir en en barrios modestos o ser inmigrante. El territorio con mayor número de casos fue Montreal Norte, con 3.013 infectados por cada 100,000 residentes: uno de los principales lugares donde habitan trabajadoras y trabajadores de la salud de menores ingresos o que trabajan para agencias. Por su parte, Mercier-Hochelaga-Maisonneuve, uno de los barrios modestos de Montreal, contaba una alta tasa de mortalidad, a pesar de la gentrificación en curso.

Una Tragedia Anunciada

La alta mortalidad de adultos mayores vulnerables fue una tragedia… anunciada. El modelo quebequense de la Revolución Tranquila, basado en que el Estado reemplazó a las asociaciones caritativas, termina como una cáscara vacía. La negligencia no fue por un problema de un CHSLD, el problema es estructural.

Radio Canadá denunciaba el 19 de mayo, el proceso histórico que llevó a instalar la lógica del lucro en el cuidado a los adultos mayores vulnerables en las cinco categorías de albergue dedicados a ese tipo de usuarios. El informe de los militares, llamados como último socorro por el gobierno Legault, confirma la necesidad de una reforma mayor de acuerdo con un editorialista de Le Devoir.

Entre otras fallas, mencionemos el traslado hacia CHSLD ya desbordados, de personas hospitalizadas, con el fin de liberar camas para pacientes de la Covid. A ello siguió la prioridad clínica, contra la prevención, que instaló la reforma del ex ministro de la salud Gaétan Barrette.

Por otro lado, continuó la movilidad del personal entre diversos CHSLD, facilitando la contaminación. Se mantuvo la contratación de empleados mal pagados, a tiempo parcial y la sobreutilización de las agencias privadas de empleo. En lugar de reforzar el sistema público, se impuso un modelo que prefiere subvencionar las residencias privadas convencionadas.

El gobierno Legault, en lugar de sentarse con los sindicatos de la salud representantes de los “ángeles guardianes”, prefirió la confrontación. Insiste en acusar a los diversos sindicatos de corporativismo. Lo último fue en la caótica gestión de la contratación de nuevo personal para los CHSLD.

El gobierno Legault falló en su responsabilidad de proteger a los más vulnerables, totalmente bajo su responsabilidad. A pesar de estar informado de la grave crisis y penuria de recursos humanos. Los juicios por negligencia contra los CHSLD y el gobierno de Quebec, durarán meses y costarán caro al gobierno.

Impacto económico manejable

La pandemia avanzó la recesión en ciernes luego de un largo ciclo de crecimiento desde la última crisis de 2008. El gobierno impuso, aunque con cierto retraso, las medidas de cuarentena. Terminó prefiriendo la salud pública antes que el funcionamiento de la economía. Ciertamente, no puede dejar de mencionarse la apropiada estrategia del gobierno federal que prefirió endeudarse con la Prestación Canadiense de Urgencia (PCU), para subvencionar a los cesantes de la pandemia. Algunos, incluido el propio primer ministro François Legault, critican la PCU porque desincentivaría el retorno al trabajo.

Quedó de manifiesto también el malogrado intento de la CAQ, de adoptar rápidamente la Ley 61. Un proyecto de Ley que buscaba favorecer la reactivación económica, permitiendo que el gobierno otorgara contratos sin licitación y eliminando normas medioambientales, entre otras.

Finalmente, el gobierno tuvo que postergar la adopción del proyecto al otoño por el error técnico de presentar el proyecto a última hora; por lo que requería el apoyo unánime de la Asamblea Nacional. La oposición acusó al gobierno de usar la crisis para volver atrás en las medidas contra la corrupción y la colusión recomendadas por la Comisión Charbonneau.

También se le acusó de abandonar la lucha contra el cambio climático. Nada indica que se haya aprendido la lección.

Quedó claro el sesgo patronal del gobierno Legault, acogiendo el discurso empresarial contra las entrabas al crecimiento económico. Paradojalmente, el ministro responsable del fracasado proyecto de Ley 61, el Presidente del Consejo del Tesoro, Christian Dubé, terminó siendo nombrado, luego del ajuste ministerial del 22 de junio, como nuevo ministro de salud. Una decisión que causó gran sorpresa, sobre todo en plena crisis de la pandemia.

Esperando una segunda Pandemia del Covid-19

Las perspectivas de la pandemia en Quebec son confusas. La posibilidad de una segunda oleada de contagios aumentó con la reapertura del conjunto de la economía y el relajamiento de las medidas sanitarias. La apertura de los bares ha reactivado el número de contagios esta, vez entre los menores de 39 años. Las vacaciones estivales pueden trasladar el contagio a regiones que no han sufrido la pandemia que afecta a las zonas urbanas.

Por ello, podemos aplaudir que, finalmente, el gobierno de Francois Legault cedió el 13 de julio a las presiones, imponiendo el uso obligatorio de máscaras en el transporte colectivo, los comercios y otros lugares públicos cerrados. Asociada a otras medidas (distanciación física, lavado de manos, evitar contactos innecesarios, etc.) puede reducir a un nivel sustentable, una segunda ola de contagios, inevitable según los expertos. Y es que mientras no exista una vacuna o un remedio eficaz, se trata de obtener un equilibrio entre contagios reducidos al mínimo y evitar el cierre de toda actividad económica o social, según la OMS.

Pero hay otros desafíos, como la instrumentalización de la pandemia para extender el trabajo a distancia, con sus consecuencias sobre los derechos colectivos laborales. Como la concentración de la riqueza en los GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon), principales beneficiarios de la pandemia. La humanidad se ha visto sobrepasada por el ataque del virus y la tragedia no ha terminado. La evolución de la pandemia en Quebec es tributaria del contexto mundial globalizado. En 2020, la humanidad recibió la siniestra advertencia de que el antropoceno, resultado del impacto global de las actividades humanas, no es una figura de lenguaje. La humanidad influye efectivamente en el planeta, pero también debe ser responsable de él. El surgimiento de una nueva ética de la responsabilidad humana es fundamental y debe traducirse en las políticas públicas.