Refugiado

RODRIGO ORTEGA

Le cuento un poco. Soy refugiado político. Llegamos a Quebec en esa calidad, en 1986, toda la familia. Desde esa fecha es que estamos instalados en esta tierra que nos recibió con los brazos abiertos y a la cual también nosotros nos entregamos así, con la misma calidez. Aprendimos francés, nos pusimos a trabajar, a educar a nuestros hijos en seguridad; nos dedicamos a vivir y a compartir en una sociedad que nos acogió sin odios ni hostilidades de ningún tipo.

Se preguntará usted: ¿Y a qué viene ese párrafo tan personal?

Sucede que cuando observo por estos días la emergencia de movimientos e individuos que abogan por que se ponga fin a la entrada de refugiados e inmigrantes, no puedo sino reaccionar con perplejidad y dolor. Dolor, pero también rabia… Aunque después se me pasa, sobre todo cuando constato que la gente que lleva a cabo comportamientos, dichos y gestos racistas y xenófobos, son – en su gran mayoría– personas superficiales, frívolas y lamentablemente poseedoras de una deficiente escolaridad. Por lo mismo, pienso, el racismo no puede prosperar. Está condenado al fracaso, como así ha ocurrido en todos los lugares en que ese flagelo ha querido imponerse.

Pero duele y molesta igual. Es sorprendente, por ejemplo, escuchar a gente simplista decir que los inmigrantes deben volver a sus países de origen porque “aquí no hay trabajo”. Falso y de falsedad absoluta. Si no hubiera trabajo, ¿por qué “importan” mano de obra guatemalteca para realizar faenas agrícolas en Quebec? Trabajo hay. Que esté mal remunerado es otra cosa y de ello nada tienen que ver ni los refugiados ni los inmigrantes.

Otra cosa que se ha echado a rodar es que los refugiados reciben muchísimo dinero cuando llegan y que se les continúa otorgando grandes montos durante su estada en Canadá. Otra mentira. Según el Consejo para los Refugiados de Canadá, “los solicitantes de asilo y refugiados reconocidos por la Commission d’immigration et refuge no reciben apoyo financiero específico. Bajo las reglas provinciales, pueden tener derecho solo a la ayuda social, como cualquier otro residente”.

Por todas estas cosas, le digo con conocimiento de causa: no se deje engañar por gente malintencionada que desinforma para llevar agua al molino de la xenofobia y el racismo.