Mujeres indígenas en defensa de sus comunidades

La exoneración de cargos a los policías acusados de violación en Val d’Or y el uso excesivo de la fuerza utilizado contra los manifestantes en Standing Rock ha sacudido nuevamente a la población y a las organizaciones de defensa de los derechos indígenas. Nakuset, directora ejecutiva del Albergue de Mujeres Indígenas de Montreal y copresidenta de la Red Estratégica de la Comunidad Urbana de Montreal (La Red) habló con Pulso de este tema.

Diana Obregón

¿Cuál es la situación de Montreal en términos de brutalidad policiaca?

Los pueblos indígenas siempre hemos sufrido algún tipo de violencia: por parte del gobierno, de los trabajadores sociales o de la policía. Desgraciadamente a lo largo de los años nos hemos vuelto silenciosos al respecto. A través del proyecto que coordino con La Red nos hemos vuelto más dialogantes al respecto. En junio 2015 se firmó un acuerdo entre la policía y la comunidad indígena de Montreal para trabajar cordialmente. Creamos un protocolo para prevenir violencia y desapariciones. En este se incluye un entrenamiento policiaco apropiado en cuanto a los asuntos indígenas. Estamos logrando un gran cambio, Montreal ahora está en el mapa en términos de colaboración con la policía. Aunque fuimos únicamente nosotros los que trabajamos para lograr esta colaboración: creamos el entrenamiento y el manual de entrenamiento. El proyecto ya ha sido aprobado por el SPVM, para lanzarlo necesitamos un coordinador. Cuando una mujer indígena desaparece, la última instancia a la que se acude es al SPVM. Por ello requerimos a alguien de la comunidad conocido y respetado que será el nexo entre nuestra gente y la policía. Así lograremos que la comunidad levante reportes y que la policía les dé seguimiento.

¿Cómo puede existir tanta impunidad hablando del caso de abusos en la ciudad de Val d’Or?

Siempre ha sido así, para nosotras es un solo día más. No me sorprende que no haya cargos. El gobierno no va muy lejos cuando se trata de los indígenas. Dicen que no habrá cargos porque no hay suficiente evidencia. Tenemos entonces que alertar a las mujeres sobre cómo obtener evidencia en caso de violación. Es un tema muy difícil de abordar. Tendríamos que crear un folleto en el que se diga “en caso de que te violen esto es lo que tienes que hacer”. Es terrible tener que plantearlo así, pero es necesario. Así se podrían obtener las pruebas suficientes que el sistema requiere. Es un problema con múltiples facetas. La gente cree que puede venir a violarnos. ¿Por qué es así? Porque cree que a nadie le importamos y entonces será fácil.

El mes pasado la activista mexicana Nestora Salgado estuvo de visita en la provincia de Quebec y se reunió con las Primeras Naciones en Kanesatake para crear lazos. ¿Por qué es importante que los luchadores sociales creen vínculos a nivel mundial?

Podemos hacer una red más fuerte para compartir nuestras prácticas. Si hay algún mecanismo que está funcionando aquí puede funcionar en otro lugar, recontextualizado. Debemos estar al pendiente de lo que otras comunidades están implementando exitosamente y traerlo de regreso a nuestra comunidad. Tenemos que unirnos y compartir información.

El caso de México

Nestora Salgado, excomandante de la Policía comunitaria de Olinalá, México, contó brevemente su historia y el propósito de su visita a Montreal. Este es su relato.

Diana Obregón

La policía comunitaria nació a raíz del caso omiso del gobierno a tanto atropello hacia el pueblo. Se estaban dando muchas violaciones, robos, extorsiones y asesinatos. Nos respaldamos en la Ley 701 y en los convenios de San Andrés que dan autoridad y autonomía a los Pueblos Originarios. Tuve el puesto de comandante un año y luego me agarraron. Me acusaron de secuestro, pero nunca tuvieron una orden de aprehensión. Me trasladaron a un penal de máxima seguridad sin la orden de un juez o del ministerio público. Me tuvieron en aislamiento; en ocasiones sin agua ni medicamentos. Nunca tuve un proceso formal: no presentaron pruebas, no me permitieron nombrar a un abogado, no hubo juicio. Lo mío fue un secuestro por parte del gobierno mexicano. Tuvimos que presionar a las autoridades para que aceptaran mis pruebas y lograr mi liberación. Estuve encarcelada 2 años y 7 meses. Hay mucha maldad en el sistema y nosotros tenemos que cuidar nuestro corazón para que eso no nos alcance”.

“Ando caminando por el mundo para lograr la organización de la comunidad y denunciar a nuestros gobiernos. Tenemos que exigir que los tratados internacionales en materia de derechos humanos sean respetados y que se dejen de saquear nuestros recursos. Es también necesario que el ciudadano canadiense común se concientice de lo que se le está haciendo a la tierra, de ella venimos”.