“Mujeres en resistencia al extractivismo”

MUJERES INDÍGENAS DE QUEBEC (FAQ)

Unas 40 mujeres indígenas, campesinas y defensoras de los derechos humanos se reunieron en Montreal como parte del Encuentro Internacional “Mujeres en resistencia al extractivismo”. Durante tres días, estas mujeres de diversas partes de Canadá y cerca de quince países de América Latina, África y Asia intercambiaron sus experiencias y sus estrategias de resistencia, y denunciaron las amenazas que enfrentan.

En todo el mundo, las mujeres están a la vanguardia de las luchas por la defensa de la vida, el medio ambiente, el agua y la defensa de sus culturas y territorios ancestrales. Los proyectos extractivos tienen consecuencias devastadoras para las comunidades de todo el mundo y que afectan especialmente a las mujeres. Estas desempeñan un papel fundamental en la movilización y la resistencia.

La reunión

Las participantes informaron cómo la industria extractiva contamina y elimina las principales fuentes de agua en su área. Ante la pérdida de este recurso vital, las mujeres sienten que están perdiendo su autonomía. La soberanía alimentaria, por su parte, es cada vez más difícil de lograr cuando un megaproyecto de minería o hidroeléctrica se instala cerca. A menudo, el establecimiento de una compañía minera impide que las comunidades practiquen la agricultura.

Las mujeres se ven privadas de sus medios de subsistencia y de los recursos financieros necesarios para su autonomía. Muchas mujeres han sido criminalizadas por tratar de proteger sus terrenos y seguir trabajándolos. Al defender sus tierras, son víctimas de la represión y privadas de sus derechos fundamentales. Se las acusa de oponerse al “progreso” y al “desarrollo”. En muchas partes del mundo, incluso están acusadas ​​de terrorismo según las leyes antiterroristas, que están demostrando ser un medio eficaz para reprimir la movilización social.

Las participantes también destacaron las consecuencias sociales de los proyectos extractivos, incluido el aumento de la violencia sexual. El establecimiento de empresas mineras provoca una transformación de las comunidades afectadas. La llegada de trabajadores, principalmente hombres, a las zonas mineras ha provocado un aumento del consumo de alcohol y la prostitución. En un clima de conflicto, varias mujeres han sido víctimas de violación por agentes de seguridad minera. Su cuerpo es a menudo el primer territorio que se debe defender.

Las mujeres, como primeras protectoras de la tierra, sienten mucha culpa e indignación cuando los territorios se ven afectados por la industria extractiva. “No hay justicia o posible reparación cuando el daño es irreversible. Cuando no hay árboles, ni agua, ni mujeres libres, no queda vida. Nosotros, los pueblos aborígenes, no queremos la minería. No queremos este tipo de desarrollo”, asegura Norma Sancir, periodista comunitaria para la defensa de los pueblos indígenas en Guatemala y participante en el encuentro internacional.