Aires de matriarcado

RODRIGO ORTEGA

Tal vez sean las propias mujeres quienes tengan más conciencia de las diferencias que existen entre ellas y los hombres. Quizás sean ellas quienes comprendan mejor qué es administrar una casa, una escuela, una institución, una sociedad. Y digo esto sin ningún atisbo de machismo; todo lo contrario.

Sucede que como me gusta leer antropología y otras materias afines, he venido constatando que las sociedades que han perdurado a través del tiempo han sido las matriarcales. Las comunidades indígenas, por ejemplo.

Traigo esto a colación porque el otro día me tocó entrevistar a la alcaldesa de Montreal, Valérie Plante. Al concluir mi encuentro con ella, me quedé pensando en sus comentarios previos y posteriores a nuestra conversación que trató de temas de gestión, asuntos políticos. Noté que se interesó mucho en los aspectos humanos: cuándo llegué a este país, cómo me siento aquí, cuántos hijos tengo. En el fondo, materias que superficialmente uno pudiera calificar de “banales”, pero no, se trataba más bien de eso que caracteriza sin lugar a dudas a una mujer: lo concreto, la vida de todos los días, y, lo más importante, el lado emotivo de las cosas. Y fue agradable para mí como entrevistador recibir ese tipo de cuestionamientos, que se le diera tanta importancia a la vida de una persona como cualquier otra. Asimismo, en sus respuestas, durante la entrevista, la alcaldesa aludió en varias oportunidades a las personas “vulnerables” de la sociedad y al tema de convertir a Montreal en una ciudad “más humana”.

En esa misma línea, hace unos días, la alcaldesa apoyó el levantamiento de un mural en memoria de Fredy Villanueva, el joven hondureño de 18 años que cayó herido de muerte por balas policiales en 2008 en el distrito de Montreal-Norte. El sindicato de policías la criticó por apoyar la creación de ese mural. Plante nos dijo que “la muerte de Fredy Villanueva fue un suceso triste y mucha gente quiere tener un lugar para expresar lo que siente ante ese hecho. Nuestra administración se compromete a poner en práctica las recomendaciones de la Comisión sobre el Perfil Racial. También queremos ver cómo funciona la policía, qué tipo de policía queremos en Montreal… Más comunitaria, más militar. ¿Qué queremos?”.

Lo que trasciende de las palabras de la alcaldesa y de su filosofía como gestionaria es una indudable femineidad. Quiere no solo hacer política en el sentido más tradicional del término, sino que aspira a una humanización de la sociedad. A una humanización más creíble de la que uno suele escuchar en boca de otros políticos, generalmente del sexo masculino. Se percibe en ella una manera de administrar centrada en los “pequeños detalles”, los cuales, como se sabe, constituyen las grandes cosas que en este caso presagiarían un cambio de mentalidad no solo en la alcaldía, sino también en otras esferas.

Iremos viendo con el tiempo

Tal vez sea así como se administren los asuntos en las sociedades matriarcales. Y al plantear esto no creo estar idealizando ni a la alcaldesa ni a la mujer en general. Solo constato hechos,
enfoques y actitudes que difieren de los comportamientos masculinos. Constato, de paso, un andar  en la buena dirección de los asuntos públicos.

Durante su campaña electoral, la actual alcaldesa habló de la importancia de la movilidad y se refirió a las madres y padres de familia quienes junto a sus hijos deben esperar largo rato el autobús para ir a trabajar. “Esto debe cambiar”, dijo. Otro énfasis en un “detalle” que las administraciones edilicias precedentes omitieron: la situación concreta que viven miles de familias de Montreal. Nuevamente, la distinta mirada femenina a problemas que nos conciernen a todos.

Iremos viendo con el tiempo si la municipalidad experimentará cambios en sus formas de gestionar. Iremos viendo si desde la alcaldía se instalará una manera más humana de acercarse a los ciudadanos, con una mayor comprensión de la sicología social. No le haría mal una cura de instinto femenino a las olvidadas heridas de Montreal.