Impuesto Netflix: Desafío del Siglo 21

Netflix es una multimillonaria industria cultural con ingresos generales de 500 mil millones de dólares. Google, Amazon, Facebook, Netflix, Spotify y Youtube ofrecen directamente contenidos a los canadienses, completamente al margen del sistema reglamentario. Una industria que limita la soberanía y los intentos de diversidad cultural de los estados. | FOTO: CC0 PUBLIC DOMAIN

MARCELO SOLERVICENS

Continúa en Quebec el debate sobre Netflix. Productora de House of Cards, entre otras series de distribución numérica, la transnacional Netflix es la punta de lanza de una multimillonaria industria cultural con beneficios anuales de más de 80 mil millones de dólares, e ingresos generales de 500 mil millones de dólares. Google, Amazon, Facebook, Netflix, Spotify y Youtube ofrecen directamente contenidos a los canadienses, completamente al margen del sistema reglamentario. Una industria que limita la soberanía y los intentos de diversidad cultural de los Estados.

La nueva trinchera tiene un nombre: Impuesto Netflix. Cada vez más gobiernos intentan aplicarla. Un debate ligado a otros modelos de negocios basados en aplicaciones numéricas (Uber por ejemplo) que escapan a la regulación de gobiernos, pese a no tener nada que ver con la economía colaborativa.

El 28 de septiembre, el gobierno canadiense anunció que eximía del impuesto federal de Netflix a sus suscriptores de televisión directos. Paradojalmente, Mélanie Joly, ministra federal del Patrimonio, presentó la medida como parte de la nueva política cultural canadiense. Defendió que, en lugar de cobrarle el impuesto a la venta de servicios, el acuerdo forzará a Netflix a invertir 500 millones de dólares en cinco años en la producción de contenidos canadienses. Ello incluiría por lo menos un 25% de producciones en francés.

¿Iniquidad fiscal?

Algunos consideran que el gobierno federal se evitó las críticas de la oposición por un aumento de impuestos de la difusa clase media. Con ello consolidó una iniquidad fiscal. Se inclinó frente al gigante Netflix. Postergó recibir fondos que podrían ayudar a la protección de la diversidad cultural canadiense. Prefirió un enfoque persuasivo, voluntario. Pero ello cuestiona los esfuerzos de Revenu Canada contra la evasión tributaria y los paraísos fiscales. Antes, el comercio electrónico era marginal. Hoy está en expansión.

Muchos en Quebec, como Luc Fortin, Ministra de Cultura y Comunicaciones, insisten que la ministra Joly cometió un error monumental al dar un trato preferencial a una empresa multinacional, lo cual afecta los competidores nacionales de Netflix.

Ellos exigen el pago de la TPS/ TVQ (Vidéotron, Cogeco, Rogers y Bell). Ahora, los consumidores preferirán contratar directamente los servicios de Netflix. Hay unanimidad en Quebec contra la medida (organizaciones patronales, sindicatos, partidos). 274 creadores denunciaron públicamente la medida. El ministro de finanzas de Quebec, Carlo Leitao, defendió la equidad fiscal al informar al ministro de Finanzas federal, Bill Morneau, que  exigiría el impuesto provincial (TVQ) a Netflix en territorio quebequense.

¿Proteger la diversidad cultural?

Pero no se trata sólo de iniquidad fiscal. La ministra Joly tranquilizó a los oponentes en el resto de Canadá al prometer un aumento de la ayuda a los cablo-distribuidores en el Fondo de los Medios de Comunicación.

Argumentó que la inversión de 500 millones de dólares en cinco años por Netflix estimulará la producción local. Ello favorecería el desarrollo de la industria cultural canadiense fuera de su territorio. Sin embargo, el acuerdo prevé solamente el 25% a la producción en francés, conmodalidades inciertas.

En Quebec, se afirma que Ottawa abdicó su responsabilidad de proteger el francés. Un logro inscrito en el ALENA (Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte), reconocido además por la UNESCO, que protege la creación numérica diversa en la Convención Sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de Expresiones Culturales.

La defensa del francés cruza fronteras de izquierdas y derechas en Quebec. El diputado de Quebec Solidario, Amir Kadir, denunció la política federal, junto a Leopold Turgeon y Peter Simons, del comercio electrónico. El hecho es que la exención no solo reduce los ingresos del estado para financiar las políticas sociales. El acuerdo también favorece la creciente hegemonía anglófona a caballo de los gigantes numéricos. Un desafío del siglo 21.

El impuesto Netflix en el mundo

El problema de fondo, es que el gobierno Trudeau va contra la tendencia de extender su regulación a los gigantes del Internet que operan en su territorio. Se conoce como el impuesto Netflix porque es el único de las empresas de Internet que pide dinero directo al consumidor.

En 2011, Noruega impuso un impuesto Netflix. Japón y la Unión Europea imponen un impuesto de 18% a la multinacional. Australia gravó un impuesto del 10% a las plataformas numéricas en general. Francia por su parte, solo impone el 2% a las plataformas Netflix y Amazon. Muchos otros países, como Suiza, Islandia, Suráfrica, Rusia, Nueva Zelandia, Israel, Corea del Sur, al igual que algunos estados en Estados Unidos adoptaron diversas formas de impuesto Netflix.

Al establecer un precedente, se teme que otros gigantes del Internet exijan lo mismo. Algo preocupante en un mundo donde se expande el comercio electrónico.

La ministra del Patrimonio canadiense, Mélanie Joly, se habría dejado influenciar por los gigantes del Internet. El gobierno Trudeau rechazó la recomendación del comité parlamentario que propuso 5% de impuesto al Internet de alta velocidad.