La Cuarta Revolución Industrial

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MARCELO SOLERVICENS

Se dice que el mundo ha vivido tres revoluciones industriales. La importancia de estos fenómenos sociales radica en que son mucho más que cambios en las formas de producción: son transformaciones sociales profundas que afectan la economía global y la manera en que la gente vive.

La primera revolución industrial estuvo ligada a la invención de la energía a vapor por James Watt en Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XVIII. La segunda revolución industrial a la explotación del gas y del petróleo como nueva fuerza motriz de comienzos del siglo XX.

En las últimas décadas, las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones (las TICs) y la sociedad de la información fueron calificadas de tercera revolución industrial. Ahora, se insiste, el mundo entró en la Cuarta Revolución Industrial (4RI). El desarrollo de sistemas ciberfísicos (CPS), del llamado internet de las cosas y la computación en la nube, cuyo motor sería la llamada inteligencia artificial, permitirían salir del estancamiento en que está sumida la economía mundial desde 2008.

La inteligencia artificial

La clave de la 4RI, es la inteligencia artificial (IA). Se trata de un concepto acuñado por el informático estadounidense John McCarthy cuando en la propuesta de la Conferencia de Darmouth, en 1956, postuló que “cada aspecto del aprendizaje o aspecto de la inteligencia puede en principio ser descrito tan precisamente como para que una máquina lo imite”.

Desde entonces se ha avanzado mucho, pero el campo sigue dominado por la imitación del ser humano o de la razón. Por un lado, se trata de construir máquinas o sistemas que actúen como los humanos, tal como lo propuso en 1966, Joseph Weizenbaum.

Por otro lado, lograr construir máquinas o sistemas capaces de pensar como humanos, basados en la ciencia cognitiva, propuesta por el inglés Alan Turing. O, por construir máquinas o sistemas que piensen racionalmente, que usen una lógica con una sintaxis y una semántica propias como lo sugiere Noam Chomsky.

Finalmente, están los éxitos de esfuerzos en construir máquinas o sistemas que actúen racionalmente para obtener resultados prácticos (juegos computacionales, etc.), sin IA con conciencia de sí, como lo muestra la habitación china de John Searle.

Lo efectivo es que hoy la inteligencia artificial, según el presidente del Fórum económico Mundial de Davos, Klaus Schwab, lleva a una convergencia de los mundos digital, físico y biológico. Abriría una era de robots, inteligencia artificial, coches autónomos, diseño genético, y terminaría con la estructura económica tal como se la conoce hoy. La inteligencia artificial permite niveles de automatización insospechados que dejarán caducos muchos oficios, no solo manuales. Sin ella no hay 4RI.

¿Otro mundo es posible? Desde comienzos del siglo XXI las multinacionales comenzaron a hablar de la 4RI, particularmente las consultoras alemanas en la conferencia CeBit. Mientras tanto, la izquierda brilla por su ausencia. El gobierno alemán fue el primero, en 2013, en adoptar como estrategia gubernamental el apoyo a la industria 4.0. El ministro federal de finanzas de Canadá, Bill Morneau, propuso en su presupuesto 2017-2018 medidas de innovación para no perder el tren de la 4RI. Según sus partidarios, la 4RI, agregaría 14 billones a la economía mundial en los próximos 15 años.

Los detractores anuncian que se acompañará de masivas pérdidas de empleos por la automatización completa de la manufactura: fábricas sin obreros; automóviles sin chófer, hasta el monitoreo médico a distancia afectaría incluso profesiones que se creían intocables.

Liberarse del reino de la necesidad

Los avances tecnológicos acarrean transformaciones positivas o negativas dependiendo de quién las controla.

La gobernanza democrática de la cuarta revolución industrial es clave porque rompe con los preceptos de la acumulación capitalista basada en la plusvalía por la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. El desarrollo de las fuerzas productivas podría llevar, finalmente, a que el ser humano se libere del reino de la necesidad, como lo soñaba Karl Marx. Permitiría también enfrentar la crisis climá- tica terminando con el paradigma petrolero. Permitiría disminuir las desigualdades sociales.

En varios países se propone un ingreso básico universal y que las sociedades pueden buscar el “buen vivir”, o ser del “tiempo libre” como decía André Gorz.

Importancia de introducir principios éticos

Lamentablemente, la crisis de la democracia, hace pensar en un posible mundo de Orwell. Stephen Hawking advierte que el desarrollo de la IA puede llevar al fin de la raza humana si no se introducen principios éticos centrados en la persona humana. Lo cierto es que el debate sobre la 4RI y el impacto de las tecnologías llamadas de la inteligencia artificial debe interesar a la izquierda, porque, producto de la automatización a ultranza, prefigura el fin del trabajo como se le conoce hoy. ¿Puede la democracia sobrevivir a la Cuarta Revolución Industrial? Creemos que sin un contrapunto progresista, los efectos desarticuladores se anuncian devastadores para la humanidad.