Cuando Estados Unidos tose, Canadá se enferma

MARCELO SOLERVICENS

Los adjetivos para calificar al 45º presidente de Estados Unidos de América (EUA) Donald Trump expresan el temor y la incertidumbre que provoca su llegada a la cabeza de la que sigue siendo la primera potencia mundial. Más allá de los adjetivos con que se le califica, Trump tiene una política ultraconservadora coherente que busca fortalecer la economía de EUA rompiendo con el sistema internacional surgido de las ruinas de la segunda guerra mundial ¿Cuál será el impacto en Canadá, que comparte con EUA la más larga frontera del mundo?

El estilo Trump

Las encuestas revelan que Trump es impopular en Canadá. Se le considera racista, misógino, mentiroso, arrogante, imprevisible, que usa Tweeter para imponer su agenda populista de ultraderecha. Que es un hombre sin credibilidad, sin honor, sin experiencia, con poca legitimidad electoral. A su estilo post-factual, su encargada de prensa agregó la prerrogativa de recurrir a ¡hechos alternativos! Para argumentar contra la cobertura de prensa durante su asunción del mando.

Un presidente misógino que provocó la mayor movilización feminista de los últimos años el día siguiente de su entronización. La decisión de suspender por decreto toda ayuda internacional de EUA a los derechos reproductivos en el mundo anuncia una dura batalla en un campo que se considera parte fundamental de los valores canadienses. Su vicepresidente fue el primero de la historia en participar en la tradicional marcha anual de los oponentes al aborto.

El gobierno Trudeau está obligado a mantener lazos amistosos con Washington porque los EUA son el principal socio comercial, político y militar de Canadá y su influencia se manifiesta en todos los niveles. ¿Conseguirá resistir la aplanadora Trump? No logrará continuar con la relación a fuerza de selfies con Barack Obama. Ya ha comenzado mal porque tradicionalmente el primer ministro canadiense es el primero en reunirse con el nuevo ocupante de la Casa Blanca. Prefirió encontrarse con la Primer Ministro británica Theresa May.

Cierre de fronteras

Trump ha confirmado el cierre de sus fronteras. Ratificó su intención de construir el muro con México; terminó con el financiamiento de las ciudades santuario para indocumentados, amenaza con la expulsión inmediata de latinoamericanos. De manera arrogante insiste en obligar a pagar a México los costos del muro; su portavoz amenazó con financiarlo imponiendo derechos de aduana de 20% a productos mexicanos. Hasta el obsecuente presidente mexicano Enrique Peña Nieto debió ceder a la presiones y anular un encuentro. El impasse entre los dos países es de incierta resolución.

Al cierre de su frontera sur, se agregó recientemente la suspensión por 4 meses de la entrada de refugiados y ciudadanos de Siria, Iraq, Sudan, Irán, Libia, Somalia y Yemen. Ello, con el propósito de combatir el islamismo radical. Una decisión contraria a la Convención Internacional del Estatuto de Refugio, criticada por los aliados tradicionales de Washington.

El cierre de fronteras no se aplica aún a Canadá pero el entorno de Trump las propone. Canadá ya sufre el aumento exponencial de refugiados en los puestos fronterizos con EUA.

¿Adaptarse obligadamente a Trump?

Cuando la economía de EUA estornuda, Canadá se enferma. Las economías de ambos países (2,4 mil millones de dólares diarios) son las más integradas del mundo. El amenazado Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (ALCAN) reforzó esa imbricación que se extiende hoy a políticas de seguridad.

El proteccionismo de la política exterior América First, se traduce en relaciones comerciales bilaterales en función de los intereses estadounidenses. Ella se concretizó con los decretos que terminaron con el Acuerdo Transpacífico y la negociación con la Unión Europea.

ALCAN

La reapertura del ALCAN es una pesadilla para el presidente de México, Enrique Peña Nieto. Hay consenso que Canadá está mejor parado. Uno de los asesores de Trump lo afirmó en reunión con el gobierno Trudeau. Canadá espera renegociar aspectos como la madera de construcción que quedaron fuera del ALCAN.

Trudeau adoptó una estrategia pragmática. La economía canadiense es 10 veces menor que la estadounidense. Cambió a su ecologista ministro de relaciones exteriores, Stephane Dion, por Chrystia Freeland, experta en relaciones comerciales con Washington.

La autorización por parte de Trump del controvertido oleoducto Keyston XL muestra la influencia que puede tener el gobierno Trump: favorece la explotación de energías fósiles (petróleo y carbón); reducirá la reglamentación de esas empresas contaminantes; retiró Estados Unidos del Acuerdo de París de lucha contra el cambio climático. Ello puede influir negativamente en los planes de transformación energética del gobierno canadiense y las provincias en torno a la bolsa del carbono. Las declaraciones del gobierno Trudeau saludando la decisión de Washington debido a que crea empleos en Alberta, lo prueban.

Creemos que la llegada de Donald Trump es una oportunidad para que Canadá se plantee una política exterior propia en un mundo cada vez más multipolar y en el cual no puede descansar en el alineamiento con la política exterior de Washington porque este disminuirá su presencia internacional.