Ya poseemos casi todo lo que nos iba a hacer felices

Luisa Olaya

Qué título tan largo para hablar de una cosa tan simple: la moderación. De esa moderación que estaba lejos de mí cuando llenaba dos carros en el supermercado. De esa moderación que nos asusta porque ¿cómo no comprar tantas cosas que están en rebaja y que podría necesitar un día? De esa moderación que nunca está al lado del árbol de navidad desbordante de objetos a la moda y que la publicidad nos ha convencido que al regalarlos demostramos nuestro amor.

Nada en exceso

Así reflexionaban los griegos en la edad temprana de la civilización. A lo largo de la historia, siempre ha habido sabios que nos han alertado sobre los peligros de la desmesura. En este momento en que los recursos necesarios a la vida humana comienzan a ser escasos, la vía del justo término medio, como diría Aristóteles, es una idea que no debe ser cantada solamente por los poetas o descrita por los filósofos. Las personas comunes y corrientes, nosotros, fulano y mengano, podemos hacer un alto y reflexionar sobre los valores en los que apoyamos nuestra existencia.

La simplicidad voluntaria no es simple

Los “simplicitarios” no quieren vestirse con harapos, ni hacer voto de pobreza. Lo que quieren es darle más sentido a las relaciones y a las personas, que a las cosas o a los objetos. Para ellos es más importante ser que tener. Algunos deciden trabajar menos tiempo para vivir más y mejor. Quienes decidieron cambiar sus hábitos de consumo pueden ser tildados de raros porque van contra la corriente, pero quizás son ellos quienes han encontrado el buen camino. Para alcanzar la simplicidad hay que ser valiente porque todo a nuestro alrededor nos empuja al gasto y a la frivolidad.

Según Diane Gariepy, una de las fundadoras de la Red de Simplicidad Voluntaria de Quebec, que existe desde hace 16 años, la motivación de las personas para practicar la simplicidad se da principalmente por cuatro grandes razones:

• Una enfermedad o un duelo que confronta a la persona con los valores esenciales: sobre el lugar que en su vida tiene el trabajo y la libertad de tener menos. Sobre el círculo vicioso, mucho trabajo, mucho dinero, nada de tiempo ni de calidad de vida.

• La justicia social, hacer algo personal que tenga un impacto en la vida de muchos otros.

• Las personas que están en búsqueda interior, que le dan valor a las cosas sencillas, que no están agobiadas por el peso del consumo porque se sienten libres de ser ellas mismas y no se comparan con otros.

• Para realizar acciones concretas hacia la protección del medio ambiente. Consumir menos y de manera inteligente.

Diciembre

Las fiestas que vienen pueden ser una buena época para preguntarse si vaciar las cuentas bancarias comprando baratijas, nos hace sentir mejor, si la resaca económica de enero no apacigua el alma. ¿Será acaso que el espíritu navideño puede ser vivido intensamente sin necesidad de comprar chucherías?

Ahí queda la reflexión que espero continuar el mes próximo. Para terminar. el poema del español Karmelo Irribarren, del que tomé prestada la frase del título del presente artículo:

YA ESTÁ

Ya poseemos

casi todo

lo que nos iba

a hacer felices.

Puede decirse

que lo hemos

conseguido.

Ya está.

Ahora solo

nos queda

comprobar

hasta qué punto

fuimos sinceros

con nosotros

mismos.