Asociación Peruano-Canadiense: “Es un gusto ayudar a la gente”

Julio F. Arévalo, vicepresidente de la Asociación Peruano-Canadiense. Cuarenta años cumple el organismo en 2016. | FOTO: MIGUEL ESQUIROL

MIGUEL ESQUIROL

Cuando llegué al edificio de la Asociación Peruano-Canadiense (APC) terminaba una sesión de formación sobre contabilidad e impuestos. Julio F. Arévalo, el vicepresidente de la asociación, respondía en francés las preguntas de los asistentes; en las conversaciones de estos, mientras se dirigían hacia la salida, se podía escuchar castellano, ruso, árabe y otras lenguas. Este grupo multilingüe se prepara para afrontar la temporada de impuestos que está llegando : se trata de un grupo de voluntarios de la Clínica de Impuestos, organizados por la Asociación Peruana, pero dirigida a todos los montrealeses. Son miembros de la CVITP (Programa de Voluntarios de la Comunidad para el Impuesto sobre la Renta). Aquí cualquier persona puede acudir para recibir ayuda con sus impuestos. El trabajo realizado por los voluntarios y verificado por el mismo Arévalo, de profesión contable, se hace sin fines de lucro.

Esta es una más de las actividades organizadas por la asociación, y a pesar de que no tiene el sello o objetivo de mostrar la cultura peruana, como ocurre con el Festival Peruano cada verano, de alguna forma también presenta otro aspecto de esta comunidad. Esta voluntad de ayudar, no solo a otros peruanos, sino a todos quienes lo necesiten en esta tierra de acogida. Según las propias palabras de don Julio : “Es un gusto ayudar a la gente”.

Un festival para conocer Perú

La Asociación está cumpliendo 40 años. 40 años desde que el deseo de llenar la ausencia de un consulado peruano, así como de compartir deporte, comida y el recuerdo de una tierra en común reunió a la comunidad en el Parque Jeanne-Mance. Pequeña actividad familiar que con el tiempo se convertiría en exposiciones, conciertos y una feria anual que cuenta con más de cuatro mil visitantes que desde hace unos años se mudó del Parque Jeanne- Mance al Parque Jean-Drapeau con mucho más espacio e instalaciones suficientes para una actividad de esta magnitud.

Esta feria no tuvo una fácil historia, ya que de ser una actividad familiar entre amigos y conocidos, se convirtió en una institución montrealesa. Formar parte de los “Week-ends du monde” significó cambios importantes en su organización. Actualmente, el Festival cuenta con decenas de voluntarios, más de 30 casetas de comida y otras cosas, un servicio de seguridad para controlar los visitantes, una zona VIP para políticos y otros invitados. Hoy en día el Festival es reconocido y aplaudido por el gobierno local, por el Cónsul de Perú y por otras asociaciones nacionales que buscan realizar eventos similares.

Esta es una característica de la comunidad peruana, sus actividades no son cerradas, sino abiertas a todos aquellos que quieran participar, pasando a formar parte vital de la propia ciudad. No por nada, nos comenta don Julio, que la propia historia de Canadá está íntimamente relacionada con el Perú, ya que en el descubrimiento de la Isla de Vancouver se encontraba un peruano, Juan Francisco de la Bodega y Quadra.

Cámara de Comercio

Pero Perú no solo es comida y turismo. En medio de un interés económico entre Canadá y el resto del continente con el Tratado de Libre Comercio, así como la presencia del Perú en la Alianza del Pacífico, la comunidad peruana en Montreal decidió que también era importante tener una presencia oficial a nivel de comercio internacional.

De esta manera se creó la Cámara de Comercio Perú-Canadá. Con más de 34 afiliados, esta institución busca apoyar a los negocios peruanos en Montreal así como la relación económica entre ambos países. Esta organización empresarial y profesional, complementa la presencia de las cámaras que ya operan en Toronto y Vancouver.

Sorprendiendo a todos

Con el éxito de la gastronomía peruana, de los miles de turistas que cada año visitan su país, las pequeñas acciones para la comunidad, como la clínica de impuestos, la Asociación se ha convertido en una presencia importante en la ciudad y un lugar de encuentro para peruanos y montrealeses. En palabras de Don Julio : “La gente, peruanos y no peruanos, quedan sorprendidos de las cosas que podemos ofrecer”.