De Santiago del Estero al Circo del Sol

Foto: SERGE OLIGNY
Luis López. Bailarín y coreógrafo argentino
Foto: SERGE OLIGNY

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ANA SILVIA GARCÍA

 

Son pocos los que descubren su vocación a temprana edad y se atreven a seguirla. Luis López es uno de estos casos. Su profesión le ha permitido viajar por el mundo y deslumbrar con su baile y habilidad en el manejo de las boleadoras. Descubramos su historia.

La danza, esa facultad que tienes de expresarte con movimientos ¿te viene por herencia o por influencia?

Tengo la suerte de venir de una numerosa y hermosa familia de Santiago del Estero, en el norte argentino, ciudad cuna de la chacarera y donde la música folklórica está bien presente cada día y en cada hogar. Y como la mayoría de los niños de mi ciudad, mi madre me envió a aprender danzas a la edad de 6 años. Allí nació mi interés y anduve en varias escuelas hasta el día que la vida me regaló un encuentro con unas leyendas de la danza argentina, Carlos Saavedra y su esposa Adela. Ellos me llevaron a lo que hoy es mi profesión. Luego, en el año 1985, el hermano de Carlos, Juan Saavedra, también bailarín radicado en Francia, me invita a venir a trabajar con él, en el Cirque du Soleil, en Montreal, donde luego establezco mi residencia.

Para los que no conocen las boleadoras ¿puedes explicar qué son y cómo llegaste a dominar esta herramienta en el baile?

Las boleadoras son un instrumento de caza que utilizaban los nativos de América del Sur, compuesto de una cuerda de cuero trenzado que terminaban en ambas extremidades en una piedra envuelta en cuero también, que al lanzarlas hacia las patas de los animales salvajes, se enroscaban y permitían atraparlos, ya sea como alimento o para utilizarlos como medio de transporte, por ejemplo, el caballo. Este instrumento luego el gaucho lo hizo suyo. Hace unos 60 años aproximadamente, el gran maestro argentino Santiago Ayala, más conocido como El Chúcaro, tuvo la idea de utilizarlo como un instrumento de percusión, al golpear en el suelo y con el complemento rítmico de los pies, crear melodías improvisando sobre la danza argentina llamada Malambo. En mi niñez siempre me gustó la percusión, entonces las boleadoras siempre me fascinaron, llevándome a la práctica intensiva de esta técnica. Lamentablemente no hay mucha gente que enseña esto, así que tuve que desarrollar mi propia técnica.

Entre el folklore y el tango ¿con cuál te sientes más identificado?

Definitivamente con el folklore. Nací y crecí escuchando y viendo bailar folklore. Está en mi naturaleza, escucho folklore todos los días de mi vida. En cambio el tango lo aprendí de grande y ya aquí en Montreal. Sin embargo, aprendí a amar esta cultura que me acerca profundamente a la Argentina, pero como siempre digo: yo soy un bailarín de folklore que baila tango.

Después de recorrer el mundo con el Circo del Sol (Cirque du Soleil) ¿sientes que te queda algo más por hacer?

Sí, queda mucho por hacer todavía. La vida me regaló tantas experiencias hermosas, tantos amigos alrededor del mundo. Recuerdo cuando era niño, le decía a mi madre de mis deseos de recorrer el mundo y conocer gente de cada país. Puedo decir que lo realicé. Tuve la ocasión de bailar en los grandes teatros, salas y estadios del mundo entero. Me siento satisfecho de todo eso. Ahora me queda transmitir lo que aprendí, seguir compartiendo el escenario con grandes artistas, amigos y alumnos. Esa es otra gran satisfacción que sigo realizando.

¿Qué recomendarías a los jóvenes interesados en el baile?

Cuando alguien siente esa necesidad, ese placer, esas ganas de bailar, no debe privarse. Debes hacerlo por el placer personal. Si luego debe ser tu profesión lo será, pero sin el placer, sin la pasión y sin el sacrificio, no vale la pena. La danza es una profesión sacrificada, pero da muchas alegrías. ¿Imaginas que tu profesión es bailar? nada es más hermoso.

Luis López estará brillando en La Peña del Folklorista, el 23 de mayo próximo.